No percibo nada, solo dolor, estoy sumido en un angustioso sopor que me lleva a desear la muerte de continuo.
Pero no llega, es más me obligan a arrastrarme casi cuando mis pies se niegan a dar el menor paso.
Lo están dando y no se como, no los siento, tampoco las piernas, solo siento mis pulmones arder a cada bocanada de aire que logro impulsar dentro de ellos. El corazón golpea mi pecho como si fuera a salirse, debo estar cumpliendo años en cuestión de horas.
Si llego a casa mi pelo habrá encanecido de repente como si en lugar de haber pasado dos días hubuieran estado fuera diez años.
Que viejo soy pienso, esto se acaba majo, pero sigue andando. Sigue andando oigo la voz de mi acompañante que casi me lleva en volandas o me levanta por encima de los obstaculos que resulta casi imposible rodear.
Veo caer al suelo a gente que ya no se levanta más. Los que caminan detrás de ellos pisotean las manos o piernas de los caidos, sin ningún respeto pues son imcapaces de rodear los cuerpos que hay sobre el suelo.
Algunos de estos, los que pisotean, caen cincuenta metros mas adelante siendo a su vez pisotedos por los que continuan.
Hemos tocado suelo pienso, esto ya no puede ir a peor, y como siempre que se piensa algo parecido estoy muy equivocado.
No soy consciente del tiempo que ha pasado hasta que me habla Luis con urgencia y me dice que pronto caerá la noche y no tenemos refugio alguno.
Habrá que romper alguna puerta o cristales y buscar un piso o local vacío para pasar la noche.
Habrá centenares de miles pero no hay medio de saber cuales están vacios.
¿Y con que saltamos las cerraduras?. La mayoria de las viviendas o comercios de algunas zonas de la ciudad tienen puertas blindadas.
La delicuncia indiscriminada llegó a tal extremo que casi ninguna casa carecía de blindaje en su entrada.
Algunas viviendas de las mejores barrios de Madrid parecen cajas blindadas y no hay forma de acceder a ellas si no tienes la combinación de las cerraduras.
Ya no se llevan llaves metálicas, son códigos recogidos en tarjetas que la genta procura llevar siempre consigo.
Si no tienes la tarjeta para insertar en la ranura y teclear posteriormente un código que va variando si lo solicitas, no hay forma de acceder a las viviendas.
Igual que fortines, solo mediante explosivos puedes entrar en locales o residencias de algunas zonas de esta inhospita ciudad, donde todo ha ido cambiando con rapidez.
Y estamos en una de ellas, me advierte el joven que me arrastra sin esfuerzo aparente, es increible su fortaleza me digo una y otra vez.
Me está hablando, presta atención pienso.
Tenemos que salir de esta zona como sea y acceder a otros puntos de la ciudad donde sea mas facil violentar algun piso o tienda comercial. Aquí nos será imposible refugiarnos, tendriamos que estar en mitad de la calle como si estuviesemos muertos, o al menos fingir que lo estamos.
Estupendo, pienso, no deseo otra cosa que tirarme al suelo y dejarme morir como hacen la mayoria de los que diviso delante de nosotros.
Casi me estampano contra el pavimento al pisar la mano de alguién que grita
y se revuelve con dolor. Lo siento, lo siento, musito, pero no me oye, ha vuelo a estar inmovil sin apenas moverse ya.
No es decente ni moral tener que morir y ser pisoteado por otros mientras tus pulmones arden y la respiracín es un tormento continuo.
La máscara de oxígeno está otra vez sobre mi cara, gloria bendita en forma de grandes bocanadas inundan mis pulmones ardientes, no dura nada esa bendición e inmediatamente el infierno vuelve a desatarse en mis entrañas.
Vamos, vamos, ya es suficiente. No tenemos demasiado y hay que reservar me advierte Luis según guarda otra vez la máscasa.
Y el? me pregunto, no puede ser que aguante esta tortura, de que está hecho este muchacho?.
Parece adivinar mis pensamientos. Fuí corredor de campo a través, diez mil y algunos maratones, tengo costumbre de sentirme morir por falta de aire, puedo aguantar un poco más.
Bendito tu, pienso, el deporte te ha servido para algo práctico y vital.
Mas gente se derrumba a cada momento, es espeluznante, parece la marcha de los condenados que no saben hacia donde se dirijen.
Estamos saliendo de la zona pija, hacia donde ahora me pregunta Luís, y yo le indico con la cabeza que siga adelante, adelante, recto un kilometro y luego torcer a la derecha.
A paso normal, respirando, llegariamos en una hora pero así será eterno.
Se nos echará la noche encima y los soldados renegados y sin un mando que les controle empezaran a hacer de las suyas.
No hay orden, ni mandato, ni nada que cuidar o salvaguardar. Esto es un infierno anticipado que durará muy poco, pienso, ¿habrá algun tipo de gobierno o control?.
No lo parece, aunque es posible que en alguna parte todavia resida un poco de orden y esperanza.
Creetelo, es mejor que dar todo por perdido, no es el fin me digo a mi mismo, ten fe en que muchos se salvaran, no es el final de tu especie.
El tuyo si, pienso, pero no el de todos. Fíjate en tu compañero, el si tiene muchas posibilidades de sobrevivir, ¿no crees?.
Si, lo creo, y tambien podrá poner a salvo a Gloria y su hijo.
Venga, vamos, sigue, aguanta, y doy un paso más.
gatufo
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